Una casa con plantas tiene vida propia. La experiencia de vivir con ellas no es solo estética. Las razones que nos llevan a tenerlas en casa son tantas y tan variadas como a quien le preguntemos.
Muchas veces no las buscamos, ellas nos eligen, llegan en forma de regalo, de gajos intercambiados con amigos, O nos sorprendemos buscando “esa planta” que nos recuerda a alguien muy querido. A otras las tenemos porque están de moda y, la mayor parte de las veces, por el deseo de reproducir en nuestras casas ese jardín con el que crecimos y esa sensación de hogar que solo ellas pueden dar.
En el proceso de aprendizaje muchas mueren y otras sobreviven, y así vamos aprendiendo casi intuitivamente a fuerza de prueba y error. Compramos libros, pedimos consejos, asistimos a clases de jardinería y un día nos damos cuenta de que no podríamos vivir sin su compañía.
Ph Kara Eads
Ph Kadarius Seegars
Cuidar de las plantas es de las tareas más bellas, antiguas y silenciosas que existen. Y aunque para algunos pueda ser “aburrido” -porque creen que ellas no se comunican con nosotros-, somos muchos los que sabemos lo inspirador que es vivir rodeados de plantas.
Disfrutar de verlas crecer, florecer y multiplicarse es una experiencia que nos enriquece y nos conecta con la naturaleza y con nosotros mismos.
Las plantas nos enseñan cosas. En su propio y único lenguaje nos piden luz o sombra, nos avisan de sus necesidades, nos enseñan a sobrevivir en las condiciones más hostiles y a escapar de la oscuridad.
Jungla Urbana
Una casa con plantas tiene vida propia. La experiencia de vivir con ellas no es solo estética. Las razones que nos llevan a tenerlas en casa son tantas y tan variadas como a quien le preguntemos.
Muchas veces no las buscamos, ellas nos eligen, llegan en forma de regalo, de gajos intercambiados con amigos, O nos sorprendemos buscando “esa planta” que nos recuerda a alguien muy querido. A otras las tenemos porque están de moda y, la mayor parte de las veces, por el deseo de reproducir en nuestras casas ese jardín con el que crecimos y esa sensación de hogar que solo ellas pueden dar.
En el proceso de aprendizaje muchas mueren y otras sobreviven, y así vamos aprendiendo casi intuitivamente a fuerza de prueba y error. Compramos libros, pedimos consejos, asistimos a clases de jardinería y un día nos damos cuenta de que no podríamos vivir sin su compañía.
Ph Kara Eads
Ph Kadarius Seegars
Cuidar de las plantas es de las tareas más bellas, antiguas y silenciosas que existen. Y aunque para algunos pueda ser “aburrido” -porque creen que ellas no se comunican con nosotros-, somos muchos los que sabemos lo inspirador que es vivir rodeados de plantas.
Disfrutar de verlas crecer, florecer y multiplicarse es una experiencia que nos enriquece y nos conecta con la naturaleza y con nosotros mismos.
Las plantas nos enseñan cosas. En su propio y único lenguaje nos piden luz o sombra, nos avisan de sus necesidades, nos enseñan a sobrevivir en las condiciones más hostiles y a escapar de la oscuridad.